Hablar de derechos e igualdad de género es un tema muy presente, pero erróneamente se confunde la fecha y se pierden de vista los hechos que dan pie a la conmemoración, hablo específicamente del Día Internacional de la Mujer.
Escuchaba alguna vez a una doctora en filosofía que decía –por favor, no felicites a las mujeres el 8 de marzo, es como si el 2 de octubre felicitaras a los estudiantes por lo ocurrido en Tlatelolco (Ciudad de México)… no tiene sentido-. Lo que se conmemora es que después de una lucha por el reconocimiento a la equidad, el avance no es tener una día en el calendario, sino la conciencia por habitar en un planeta donde mujeres y hombres, hombres y mujeres vayamos a la par.
Una fecha como ésta, es para reconocer los logros alcanzados por y para que las mujeres participen en igualdad desde cualquier ámbito, simple.
Proceso nada fácil, pues en lugar de erradicar, se escucha cada vez más sobre discriminación, atentados y feminicidios. Las mujeres no son «débiles», ni son fuertes por su «abnegación», no son «complementos» ni “medias naranjas”, habitamos este mundo seres humanos que no deberían vivir sintiéndose más o menos importantes unos que otros. Es un hecho que debemos reconocerlas y cada mujer a su vez creerlo, pero estamos muy lejos de que en todos los rincones de cualquier continente se logre esta forma de pensar y se ejerza la igualdad en convivencia, en derechos y de participación de todas y todos.
Porque así como hay hombres abusadores del poder, también hay mujeres, creo que no es cuestión de género sino de principios y formación, de información y de sentido común. No es criticar, si no de ser crítico y que esto sea motivo de ponerse a pensar en la educación que nos dieron y que transmitimos.
Tanta violencia de género, vecinos de cualquier lugar que dispararan contra su enemigo no importando si es una familia en una plaza o una mujer que por salir de noche está catalogada como que “ella se lo buscó”, se pierde toda seguridad y por esto cualquiera está vulnerable. Por otro lado, también tenemos a las mismas mujeres, orilladas o por convicción, que se “cosifican” y buscan un reconocimiento por cómo lucen, cómo armarse y huir de su realidad física para convertirse en un aparador ambulante, casi siendo ellas mismas, un atentado contra su cuerpo.
No hay que irse a los extremos, lo que hay que encontrar es el punto de equilibrio para una convivencia sin violencia en ningún sentido.
Pero volviendo al punto y haciendo historia:
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora, también llamado Día Internacional de la Mujer, conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Se celebra el día 8 de marzo. Fue institucionalizado por decisión de las Naciones Unidas en 1975, con el nombre de Día Internacional de la Mujer.
Yo pienso que en las diferencias reside el gusto, en la fotografía una manera de expresarlo y a propósito de este tema, basándose en un fotoreportaje que se ha adaptado a una exposición fotográfica de «ONU Mujeres en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York», del 7 al 27 de marzo de 2019, les comparto el acceso y dejo en la mesa la reflexión, sobre una condición que como ya dije, no es propia de géneros, sino de «igualdad entre iguales”.
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